Este ejercicio se ha de practicar cuatro veces diarias.
Por la mañana de frente al Este, al medio día de frente el Sur, por la tarde al Oeste y por la noche, antes de acostarse, de frente al Norte.
Tómese la posición en pie como en el segundo ejercicio y después que se haya practicado el ejercicio preliminar y desalojado el aire de los pulmones, inhálase suave y gradualmente; al mismo tiempo hágase girar el brazo derecho (que debe estar en laxitud perfecta) en movimiento circular delante de si mismo; la palma de la mano vuelta hacia el cuerpo. El movimiento ha de marcar un círculo perfecto. La inhalación debe durar mientras se marcan tres círculos y otros tantos para la exhalación. Después que se hayan ejecutado de este modo doce movimientos circulares, levántese el brazo como si se fuera a ejecutar otro círculo y cuando la mano está por encima de la cabeza deténgase el movimiento, ciérrese el puño inhalando plenamente e inclinando el cuerpo hacia adelante, con un movimiento de caderas tóquese el suelo con los nudillos, reteniendo el aliento al practicar este movimiento de inclinación y exhálese al levantar el cuerpo, colóquese el brazo en su primera posición imprimiéndole un movimiento circular hacia atrás. Practíquese el mismo ejercicio con el brazo izquierdo, teniendo particular cuidado en retener el aliento durante el movimiento hacia adelante. Es posible que al principio no se alcance a tocar el suelo, pero no hay que desanimarse, se conseguirá con el tiempo; inclínese el cuerpo todo lo posible sin doblar las rodillas; la inclinación ha de ser un movimiento de caderas.
Creemos innecesario decir, porque los discípulos lo habrán comprendido, que no debe usarse corsé, fajas ni justillos ni cualquier otro disforme paramento que afectan a la libertad y gracia de los movimientos. Gracias al desarrollo corporal y mental llegaremos a comprender que todas las disformidades e imperfecciones que nos inducen a usar los artificios en boga para disimular nuestros defectos a la vista del público no serán necesarios porque pueden corregirse empleando para ello medios más natura1es; no sólo volverán a su estado normal abdómen abultado y mejillas flojas sino que el busto, cara y brazos y el cuerpo todo adquirirá belleza y forma perfecta, asegurándose además buena salud, inteligencia clara e imparcial, condiciones cerebrales normales y un alma viviente que nos ayude a conquistar nuestra verdadera posición en la vida.
Este ejercicio se ha de practicar después de las comidas, es decir, cuando las comidas se han digerido; si no se ha comido, tanto mejor. Este ejercicio es un alivio excelente para los estados dispépticos y de indigestión y aunque no es éste su objeto principal puede emplearse también para este fin; favorece mucho la digestión y ayuda a concentrar la mente; pero su objeto principal es refinar el sentido del gusto y por ende el del olfato; este último se mejora en parte practicando el precedente ejercicio.
Hemos explicado ya cuatro ejercicios que deben, practicarse diariamente por el orden prescrito. Nosotros aseguramos que el cuarto ejercicio, practicado en conexión con los precedentes, ayudará a vencer y desterrar hábitos tan perjudiciales como son ingerir carnes, licores, drogas, fumar y masticar tabaco y otros semejantes. Debemos necesariamente formarnos un carácter con fuerza de voluntad para vencer, empleando medios sencillos y naturales, todas nuestras debilidades y defectos, haciéndonos superiores a ellos y conseguir libertarnos de toda degradación e impureza. Con el tiempo se llegará a ser muy exigente y escrupuloso para los alimentos y perfumes a causa de la extrema delicadeza de los sentidos del gusto y olfato y por la mayor perfección y elevación de todos los otros. La pureza corporal engendrará pureza mental y las ideas que se produzcan serán nobles y generosas. Se evitarán y huirán chocarrerías y chismografías, el egoísmo estará vencido, y la armonía con la naturaleza reinará entre los hombres.
Por la mañana de frente al Este, al medio día de frente el Sur, por la tarde al Oeste y por la noche, antes de acostarse, de frente al Norte.

Creemos innecesario decir, porque los discípulos lo habrán comprendido, que no debe usarse corsé, fajas ni justillos ni cualquier otro disforme paramento que afectan a la libertad y gracia de los movimientos. Gracias al desarrollo corporal y mental llegaremos a comprender que todas las disformidades e imperfecciones que nos inducen a usar los artificios en boga para disimular nuestros defectos a la vista del público no serán necesarios porque pueden corregirse empleando para ello medios más natura1es; no sólo volverán a su estado normal abdómen abultado y mejillas flojas sino que el busto, cara y brazos y el cuerpo todo adquirirá belleza y forma perfecta, asegurándose además buena salud, inteligencia clara e imparcial, condiciones cerebrales normales y un alma viviente que nos ayude a conquistar nuestra verdadera posición en la vida.
Este ejercicio se ha de practicar después de las comidas, es decir, cuando las comidas se han digerido; si no se ha comido, tanto mejor. Este ejercicio es un alivio excelente para los estados dispépticos y de indigestión y aunque no es éste su objeto principal puede emplearse también para este fin; favorece mucho la digestión y ayuda a concentrar la mente; pero su objeto principal es refinar el sentido del gusto y por ende el del olfato; este último se mejora en parte practicando el precedente ejercicio.
Hemos explicado ya cuatro ejercicios que deben, practicarse diariamente por el orden prescrito. Nosotros aseguramos que el cuarto ejercicio, practicado en conexión con los precedentes, ayudará a vencer y desterrar hábitos tan perjudiciales como son ingerir carnes, licores, drogas, fumar y masticar tabaco y otros semejantes. Debemos necesariamente formarnos un carácter con fuerza de voluntad para vencer, empleando medios sencillos y naturales, todas nuestras debilidades y defectos, haciéndonos superiores a ellos y conseguir libertarnos de toda degradación e impureza. Con el tiempo se llegará a ser muy exigente y escrupuloso para los alimentos y perfumes a causa de la extrema delicadeza de los sentidos del gusto y olfato y por la mayor perfección y elevación de todos los otros. La pureza corporal engendrará pureza mental y las ideas que se produzcan serán nobles y generosas. Se evitarán y huirán chocarrerías y chismografías, el egoísmo estará vencido, y la armonía con la naturaleza reinará entre los hombres.
Fuente: www.mazdeen.com
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